jueves, febrero 24, 2005

Pedro Salinas

Dentro de la Generación del 27, Pedro Salinas resulta atractivo entre otras cosas porque se libera de ataduras románticas que hasta la fecha muchos poetas no han podido romper. Y no tuvo que evitar el tema del amor para evitar al romanticismo, no. Por el contrario, revistió al amor de una fuerza alegre y luminosa, transformadora. Por otro lado tuvo la capacidad de desprender su poesía de las palabras; alcanzada la expresión, las palabras quedaron trascendidas. Recomiendo crearse un hueco en el tiempo para apoltronarse en él con un libro de Pedro Salinas y un café de de esos que conmueven el espíritu.

DAME TU LIBERTAD...

Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga,
no, ni tus hojas secas,
tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí desde ti,
no desde tu cansancio
de ti. Quiero sentirla.
Tu libertad me trae,
igual que un viento universal,
un olor de maderas
remotas de tus muebles,
una bandada de visiones
que tú veías
cuando en el colmo de tu libertad
cerrabas ya los ojos.
¡Qué hermosa tú libre y en pie!
Si tú me das tu libertad me das tus años
blancos, limpios y agudos como dientes,
me das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero sentirla como siente el agua
del puerto, pensativa,
en las quillas inmóviles
el alta mar. La turbulencia sacra.
Sentirla,
vuelo parado,
igual que en sosegado soto
siente la rama
donde el ave se posa,
el ardor de volar, la lucha terca
contra las dimensiones en azul.
Descánsala hoy en mí: la gozaré
con un temblor de hoja en que se paran
gotas del cielo al suelo.
La quiero para soltarla, solamente.
No tengo cárcel para ti en mi ser.
Tu libertad te guarda para mí.
La soltaré otra vez, y por el cielo,
por el mar, por el tiempo,
veré cómo se marcha hacia su sino.
Si su sino soy yo, te está esperando.

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