domingo, noviembre 13, 2005

el grabado



Cuando de estudiante pregunté a mis maestros qué era el estilo, ellos me contestaron: “Es la expresión de la fisiología propia, la manera de caminar, la edad, la alimentación, la forma de pensamiento y las acciones”; dicho de otra manera: la expresión del ritmo. Después, al indagar a través de la filosofía y la historia del arte el concepto del Ser, el estilo me pareció muy complejo por abstracto. Pero con el paso del tiempo y por experiencia empírica decidí desarrollar mis nociones a partir de lo que siento. ¿De qué otra forma podría concebir una obra de arte si no buscase también la participación del pensamiento, la acción y la emoción? Así, lo que no entiendo se lo dejo a la emoción y lo que no soy capaz de sentir a la acción; estas tres capacidades entretejidas han formulado los grabados, los poemas y los objetos de arte que hasta ahora he producido. Como resultado de mis lecturas hechas a Martin Heidegger y Ernst Jünger (me es imposible citar páginas determinadas porque son ideas que se combinaron en años de lecturas y reflexión), vislumbré que el estilo es la presencia del ser en el hacer. Las artes gráficas y la literatura han estado presentes en mi vida desde los primeros recuerdos, mezclándose irremediablemente. Cuando de niña leía un libro, me planteaba cómo lo dibujaría; y al ver un dibujo, me preguntaba cómo lo describiría. La presente tesis es una consecuencia natural de ello. Esa fue la clave para aceptar el ir y venir entre la grafía y la fonética, entre el dibujo y su música, entre el sentido y la imagen, sin estancarme en uno sólo.

El proceso a través del cual el grabado llegó a ser una aspiración de mi vida y uno de mis lenguajes más íntimos fue paulatino. Al desarrollarme en un pueblo no pude tener la oportunidad de ver grabados a temprana edad, aunque sí la de trabajar durante tres años en la única imprenta del pueblo que era de tipos móviles y utilizaba como viñetas fotograbados en zinc, que el maestro Renato Ramos llamó siempre “clisés”, pero éstos se encargaban en la capital, por lo cual no tuve la oportunidad de aprender la técnica inherente al grabado; sin embargo, me especialicé en la formación de textos, la preparación de la rama y los ajustes finales de impresión. La prensa era un modelo Minerva, en la que ya intervenía la electricidad. Aprendí también a encuadernar y diseñar elementalmente. En un principio mi aspiración era la de convertirme en pintora, no sabía que existía la profesión de grabador. Así llegué al Instituto de Artes Visuales del Estado de Puebla, donde descubrí el grabado y realicé los primeros intentos, pero sobre todo, fue entonces que tomé de decisión de convertirme en grabadora.

4 comentarios:

Fabiana dijo...

Son insondables los hilos que te van atando a las cosas que te gustan, a lo que hacés y te hace feliz. Pocas veces percibí con tanta claridad un porqué, como el que acabas de contar.
En esa fundamentación nace la belleza que despues ven nuestros ojos.

Lo-que-serA dijo...

Qué hermoso, Raquel. El estilo es la presencia del ser en el hacer. Me encantó. ¡Ya quiero que llegue el día!

Lety Ricardez dijo...

Tienes que decirme también a mí el cuando, para hacer hasta lo imposible por acompañarte en ese examen que será un orgullo para los que te amamos.
El estilo es la presencia del ser en el hacer aunque me ganara Maria Luisa, lo repito como lorito, porque esta es una definición que grabaré ¿al agua fuerte, o a buril? en mi corazón.

Anónimo dijo...

hola yo tambien estudio en el inastituto y quiero preguntarte si hay acabaste tu preparacion de grabador pues ahora la escuela a estado patas para arriba te dejo mi mail porfis contesta.veroavilap@hotmail.com